Como clavel del aire, de Patricia Coria
Con un nudo en el estómago por haber finalizado de leerla hace apenas unos minutos, esta novela de 208 páginas cuenta las historias de tres personas que viven en partes diferentes de la Argentina y no se conocen entre ellos. Pero algo los une. Todos en determinado momento de su vida van a querer conocer sus orígenes y averiguar cuál es su verdadera identidad.
Por un lado tenemos la historia de Pilar, una joven porteña a punto de recibirse en la universidad que se entera de manera prácticamente casual que sus padres no son sus padres biológicos y en realidad fue adoptada a los pocos días de nacer.
Por otro lado tenemos a Lautaro, quien sus padres biológicos lo entregaron recién nacido a una familia por la imposibilidad de criarlo debido a sus dificultades económicas y lo adoptan Victoria y Juan Ignacio. En este caso Lautaro desde muy chico sabe la verdad, pero será recién de adolescente que le surgirá la curiosidad por empezar la búsqueda de saber quiénes son sus verdaderos padres.
Y por último tenemos la historia de Martín. Historia también diferente a las anteriores debido a que es el padre quien decide no ocuparse de la crianza y su mamá Fernanda toma la decisión de criarlo sola. Al tiempo ella se casa con Lorenzo y el niño crece creyendo que él es en realidad su papá.
Las historias te atrapan y si bien al principio no tenés mucha idea de si las historias se entrelazarán en algún momento o quedarán como situaciones aisladas entres sí, me gustó el final que le dio la autora. El destino y ese camino en la búsqueda de la identidad los cruza, y por sobre todo los une.
Es una novela que me generó muchas emociones y también muchos planteos. El rol que ocupan los hombres de la novela se dividen entre los abandónicos -que no quieren saber nada con la crianza del hijo que viene en camino- y los salvadores -aquellos que aparecen como por arte de magia en el momento preciso, se enamoran de la mujer embarazada y deciden hacerse cargo del niño- algo que en definitiva refuerza esa idea de que la mujer sola es probable que no pueda con todo. Ser madre y además, profesional.
Un personaje que particularmente me llamó la atención fue Elisa, la mamá biológica de Lautaro. Una mujer completamente sumisa que aún sin estar segura lo da en adopción al nene por presión del marido, y que cuando Lautaro ya adolescente la encuentra a Elisa, ella les miente a sus otros hijos diciendo que él es un primo lejano, y acepta verlo o charlar por teléfono con él sólo en momentos donde no haya nadie en la casa y mucho menos esté su marido presente, quien no quiere saber nada con respecto al reencuentro. Particularmente me entristeció cómo terminó esa historia, con un final abierto y tan triste, pero teniendo en cuenta que seguramente la autora quiso narrar esta problemática desde lo real me parece bien que no haya querido romantilizar el abandono y la búsqueda de los padres biológicos. Al fin y al cabo, este tipo de historias que solemos escuchar de boca de conocidos o por experiencias familiares, sabemos bien que no siempre terminan en final feliz.
¡Agradezco profundamente a Patricia por haberme permitido disfrutar y reseñar su obra, y le mando mucho éxito para todo lo que se viene!
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